Diego Zappella es fundador y socio de Jack Green Desarrollos. Habituado al mundo de los negocios financieros, se lanzó junto con Martín Urgoiti, con éxito al Real Estate. Después de varios proyectos de oficinas certificadas con Leed Oro y buenos resultados, se animan a desarrollar Alley, un edificio residencial con características diferenciales, en un área intensa de la vida porteña. El desafío está en marcha y con buenas expectativas para un público con edades diferentes, que busca espacios amigables y modernos.
¿Cómo se creó Jack Green?
Nosotros somos desarrolladores, pero entramos en ese negocio un poco por casualidad. Venimos del sector financiero, somos asesores en inversión y en 2009/2010, mientras buscábamos diversificar nuestro dinero y también el de algunos de nuestros clientes y amigos, decidimos encarar un proyecto pequeño de oficinas, que finalmente se terminó de otra manera porque se convirtió en tres edificios de oficinas sustentables con mucho diseño. Allí, Martín Urgoiti y yo, que somos socios de Jack Green, nos dimos cuenta al final de ese proyecto que valía la pena capitalizarlo. Al venir del sector financiero estamos acostumbrados a concretar una ecuación financiera y luego a materializar los negocios. Sin embargo, está muy vinculado con el Real Estate y es complementario de nuestra actividad principal.
¿Cómo surgió la idea?
Habíamos comprado tierra justo cuando estaba subiendo. Pensamos: hacemos un proyecto o vendemos la tierra. Y allí fue cuando nació Jack Green. El planteo fue: si hacemos algo tiene que ser diferente, la tierra tiene valor, pero si no podemos agregar valor por encima, entonces no hagamos nada…
¿Por qué Jack Green?
Jack Green es un personaje de fantasía. Es poco aspiracional para nosotros, una especie de socio que tiene ciertos principios y que los mantiene en el tiempo. Es el que nos pone la vara acerca de qué tipo de proyectos concretamos. En verdad planteamos un juego y nos cuestionamos acerca de si un proyecto puede ser viable o no… Para nosotros es un socio inalterable, que se mantiene al margen de los contextos. Fue una especie de ocurrencia y nos ayuda mucho. Para nosotros es muy importante que aquello que se diseña y se convalida, termine siendo un edificio.
Les fue muy bien con los edificios de oficinas… Ahora llega Alley, una obra residencial.
Sí. En verdad, dada nuestra extracción financiera, siempre nos sentimos muy cómodos con el negocio de oficinas porque es muy semejante en algunos aspectos al Real Estate. Y la búsqueda por la rentabilidad nos llevó a construir edificios de oficinas, al que aplicamos ciertas características que tiene cualquier edificio Jack Green: sustentable, bien ubicado, certificado Leed Oro. Tenemos un proyecto que posiblemente alcancemos la certificación Platino, pero lo estamos evaluando. Y la tercera pata de nuestro proyecto es el diseño, que refiere no sólo al gusto, sino en el caso de las oficinas es muy importante definir la imagen corporativa, que las compañías valoran.
¿Cuáles son esas características de diseño?
Trabajamos con estudios de arquitectura que valoran la ciudad, el barrio. Tratamos que los edificios se relacionen con el lugar donde están localizados. Nosotros no somos arquitectos, pero sabemos que esa disciplina mejora la calidad de vida, tanto para el que habita como el que lo observa. Entonces el diseño es parte de eso. Cuando comenzamos una obra (que abarca entre 24/36 meses) generamos una situación molesta con el entorno. Siempre tratamos de ser lo más responsables posible durante la obra. Pero a la vez nos parece muy valioso que cuando se termina, lo que dejamos le agrega mucho al barrio. El diseño es una compensación hacia el lugar donde construimos y creemos que revaloriza la zona.
Algunos detalles de Alley…
Es otro mundo respecto de construir oficinas. Es muy reconfortante en el sector residencial cuando la gente está eligiendo su hogar. Se recibe más reconocimiento del proyecto y mayor valorización. Con respecto al proyecto en sí, adquirimos esas tierras a través de dos subastas del AABE (Agencia de Administración de Bienes del Estado). En este caso eran terrenos del año 1975, que desde entonces fueron de la SIDE, pero antes habían sido una terminal de colectivos. Los terrenos tienen 140 metros de largo y atraviesan la manzana entre Billinghurst, Las Heras, Sanchez de Bustamante y Pacheco de Melo. Como era una terminal, encontramos allí un hangar de 12 metros de altura que lo recorre de punta a punta. Esto nos permitió mantener la estructura del hangar para construir los edificios en las puntas y devolverle a la ciudad en altura el pulmón de manzana. Ahora estamos desarmando el hangar dejando un pasaje privado, que conecta a las dos calles, donde estarán las casitas que llamamos townhouses. Y por encima de las casitas habrá un pasaje a la altura de un segundo piso. Es muy difícil encontrar un espacio tan original. En total serán entre los departamentos y las casitas 108 unidades.
¿Está pensado para gente joven?
Diría que para gente con espíritu joven. Y si bien la mayoría de los que compran son padres que les compran a sus hijos o abuelos a sus nietos, se suman también matrimonios cuyos hijos se fueron y buscan un lugar agradable, pero pequeño. También compran quienes tienen una casa afuera y busca un departamento cómodo en la ciudad y encuentran en Alley un lugar muy vivible. Además tendrá mucho verde, con áreas comunes. Nos interesa ofrecer un espacio agradable tanto por las prestaciones o por su diseño; un lugar amigable para compartir. Buscamos recrear una situación desde los departamentos a las áreas comunes y hasta el edificio con el concepto de casa. Nos planteamos que los espacios sean vivibles y tanto los metros cuadrados cubiertos como todos los balcones sean una extensión natural de los departamentos.
¿Este proyecto les abre la puerta a nuevas alternativas?
Seguramente. A veces las cosas salen así. Lo más complicado para nosotros es lograr en todos los casos que el proyecto no se modifique en el camino y que la idea del diseño imaginado se materialice como fue concebido.