“La creatividad surge cuando la inteligencia se divierte”, decía Albert Einstein. Y, seguramente, en cada profesión se necesita de ella para crear nuevos horizontes.
En la arquitectura pareciera que siempre está ahí: la inteligencia busca divertirse para generar algo nuevo, distinto, original.
El arquitecto José Rozados, director de Reporte Inmobiliario, se define como “un borderline”, porque pasó de ejercer los roles tradicionales del arquitecto a asumir nuevos, de esos que están en los bordes de la profesión.
Hoy es investigador, comunicador y desarrollador, tres cualidades que nacieron desde la creatividad, luego de la crisis de 2001.
Fue a partir de esa inestabilidad que nació Reporte Inmobiliario, un sitio Web que ofrece información actualizada y estadísticas para invertir en el mercado inmobiliario.
Y desde allí cumple estos roles actuales: investigador de datos, desarrollador de contenidos y herramientas digitales, y comunicador, porque ofrece esa información que el mercado necesita.
Por su lado, el arquitecto Herman Faigenbaum, managing director de Cushman & Wakefield, empresa global de servicios inmobiliarios corporativos, buscó la manera de dar servicio a empresas como arquitecto y encontró una disciplina que lo llevó a ese fin. Así, se especializó en los edificios que utilizan las empresas y las grandes organizaciones, comenzó a trabajar en ellas y nunca más se detuvo.
Y en ese camino, analizó qué le dejó la formación de arquitecto y descubrió cuatro puntos bien diferenciales: “1) carácter conceptual, una capacidad que se puede aplicar en todos los campos de trabajo, 2) pensar en el cliente, fundamental para cualquier actividad humana, que es algo que los arquitectos sabemos hacer muy bien, 3) Pensar la vida y la profesión en estado de proyecto, y eso permite poner un foco, un deseo de concreción, que ayuda en cualquier cosa que uno puede emprender cotidianamente, y 4) poder ver el futuro, porque tenemos las perspectivas, las herramientas y la capacidad de imaginar un futuro mejor, en donde algo se va a concretar”.
Y así como Faigenbaum encontró su camino, también lo hizo el arquitecto Guillermo Simón Padros, directivo de Argentina Green Building Council, ONG que fomenta la construcción sustentable: “Yo no veo a la profesión como un fin para llegar a proyectar, diseñar o construir un edificio, sino como a un medio. Y ese medio me sirvió para conocer lo universal de la arquitectura, la profesión del arquitecto en distintos países y la educación, que es para mí es fundamental. Actualmente, el conocimiento está al alcance de nuestras manos”.
Su carrera tuvo dos momentos muy importantes: una etapa en nuestro país y ocho años viviendo en los Estados Unidos, desempeñándose en una empresa constructora. Allí, su primera obra fue el proyecto de remoción de los escombros de las Torres Gemelas, “algo muy impactante”, dice.
Hoy, encara diariamente la tarea de asesorar a empresas y profesionales, pero principalmente de generar conciencia para prácticas sustentables. Para él, la capacitación continua es muy importante, pero hay otro condimento fundamental: “Los arquitectos tenemos algo innato que es la creatividad”.
Y como dijo Rozados: “El futuro no es el futuro de las profesiones, sino de las habilidades. En ese sentido, el arquitecto y la formación del arquitecto generan a un gran emprendedor”. “Mientras tanto –continúa- nosotros seguiremos explorando los bordes de la arquitectura”.