Las criptomonedas tienen, aún, un sesgo críptico a tono con su nombre en lo que la imagen popular se refiere. La gente aún no llega a comprender su alcance y potencialidad y por eso, desde distintas empresas y entidades, hoy se trabaja para expandirlas por distintos lugares del mundo.
Joaquín Moreno, ingeniero industrial graduado en el ITBA, apasionado por la tecnología, dice que las criptomonedas aparecieron en su camino en 2013, cuando se empezó a hablar de los Bitcoins. Luego, se dio la oportunidad de sumarse al equipo de ZipZap para manejar sus operaciones en la región, desde donde cerrar acuerdos y negociaciones con centros de pagos y empresas del mundo bitcoin en los distintos países. Asegura que la implementación es un constante aprendizaje, dado que se está en un periodo de start up del uso de este tipo de monedas en el mercado.
Mientras tanto, aquí en la Argentina se pone en marcha la Bitcoin Embassy, que nació a partir de los fundadores de Bitcoin Argentina, una asociación sin fines de lucro que difunde los sistemas informáticos descentralizados en la Argentina. Este espacio busca reunir empresas que se complementen y ser punto de referencia, co-working y eventos. Además, Moreno trabaja en un curso de Bitcoins en español para dar a conocer los riesgos, las ventajas, el funcionamiento. “Tenemos la suerte de estar en el nacimiento de este tipo de tecnologías, por lo que hay un largo camino por recorrer. Vale la pena aclarar que el bitcoin son dos cosas diferentes: por un lado, una plataforma de intercambio seguro de un dominio entre dos personas; y por otro, una moneda, como primer caso de uso de la plataforma. Lo interesante es que esa plataforma tecnológica se puede utilizar para muchas cosas, incluso inimaginadas. Algunos están hablando de revolucionar el almacenamiento en la nube con un sistema descentralizado de almacenamiento”.
Si de virtudes y contraindicaciones de las criptomonedas se trata, el experto asegura que las ventajas residen en que no se degradan en el tiempo, en su portabilidad, la divisibilidad (el Bitcoin es divisible hasta 8 decimales, es decir hasta 0.00000001, o lo que se llama 1 Satoshi), que no ocupan espacio físico y son casi imposibles de falsificar. Por el lado de las advertencias, Moreno dice: “considerando que no hay una moneda perfecta y que el Bitcoin nació como un experimento que está en constante desarrollo, hay muchas cosas por mejorar y el riesgo es alto. Desde el punto de vista de la usabilidad, creo que hay mucho para hacer y las soluciones actuales no están lo suficientemente desarrolladas. Por ejemplo, la utilización de una dirección privada y una pública, muchas veces confunde al usuario no-técnico”.