La idea de poner en marcha obras y generar nuevos espacios para la gente o las empresas es tarea central y constante de los desarrolladores, donde habitan diversidad de opciones según las ubicaciones y los lugares geográficos donde se generan los proyectos. A propósito de esta tarea que abre caminos en favor de la variedad de la demanda, Javier Dborkin, Managing Partner de Boston Andes Capital, forma parte de un equipo que construye en Estados Unidos, además de Buenos Aires. Con su experiencia aporta algunos aspectos de lo que se edifica en estos días en Boston como en el país.
“La economía en Boston -explica Dborkin- gira alrededor de la educación, la ciencia, la biomedicina y la enorme cantidad de recursos orientados a la investigación y desarrollo de nuevos productos. Todas estas actividades que englobadas son conocidas como “Life Sciences” agrega un producto inmobiliario especial para el sector, con requerimientos de infraestructura y equipamiento muy costosos y sofisticados, siendo también que las rentas que pagan estas empresas son muy superiores a las de un edificio de oficinas tradicional. Además, en los últimos años hubo muchas reconversiones de edificios de oficinas en productos más robustos, aptos para compañías que desarrollan su negocio dentro del ecosistema de Life Sciences”.
Comenta por otro lado, que “al igual que en muchas regiones de los Estados Unidos, en los últimos años, Boston se ha caracterizado por un gran salto en valor de todas las propiedades industriales y residenciales tanto de renta como condominios, mientras que los edificios de oficinas han sufrido primero por la pandemia y luego por un demorado regreso al trabajo como se lo conocía hasta 2019. La nueva coyuntura con tasas de interés altas hace pensar que en general vienen momentos de mayor freno en general y en consecuencia de la actividad inmobiliaria”.
Para Dborkin, Boston “no es una zona donde se replique fácilmente la oferta dadas las restricciones de tierra y un proceso de aprobaciones complejo. Por supuesto hay construcción, pero en una menor medida que otros mercados conocidos por inversores de América Latina, como por ejemplo, toda la zona de Florida. En este sentido, en los últimos años se han desarrollado edificios de vivienda tanto para la venta como para la renta, naves industriales, algunos complejos de usos mixtos y unos pocos edificios de oficinas, más bien solo los que tenían planes muy concretos e incluso avances de obra previo a la pandemia”.
Agrega que “de acuerdo con los métodos constructivos o estilos de obras son diferentes en la Argentina, pero siempre hay aspectos para aplicar, por ejemplo, la tendencia a incorporar energías más limpias como cargadores para autos eléctricos o paneles solares que venden su excedente a la red. Y si bien es algo que ya tiene muchos años, en Argentina la aplicación es prácticamente nula, en parte por los costos subsidiados de la energía o combustible. En edificios residenciales, además de los amenities clásicos se está dando gran importancia al espacio para recepcionar paquetes, con equipamiento automatizado e incluso refrigerado para todo lo que son alimentos”.
Mientras tanto en Buenos Aires, explica Dborkin: “estamos terminando la obra Vista Belgrano, un edificio residencial de mucho nivel ubicado en Ciudad de la Paz y Olazábal. También estamos analizando el inicio de un par de proyectos, pero la coyuntura local hace pensar con cuidado cuál es el mejor momento para ponerlo en marcha. Comenta además que “esta obra es un desarrollo residencial que cuenta con 17 pisos, 85 departamentos de uno, dos y tres dormitorios. Está ubicado en el barrio de Belgrano, una de las zonas más valorizadas dentro de la ciudad de Buenos Aires. El proyecto incluye amenities de lujo como piscina, gimnasio, terraza lounge, parrillas, salón de fiestas, sala de juego, para niños, laundry, sala de co-working y hasta cargador para autos eléctricos. Tanto los espacios como las unidades han sido terminadas en detalles de alta calidad”.
Dborkin analiza lo que sucede en estos días en el país. “Sinceramente han sido años muy difíciles para el sector. Más allá de la pandemia, que hizo que los plazos de los proyectos se alarguen, la coyuntura económica presenta el desafío de no contar con crédito en un contexto donde ha sido muy complicado para la inmensa mayoría tener ingresos suficientes como para generar el ahorro que permita comprar o alquilar una vivienda. Si a eso se le suman las dificultades regulatorias, por ejemplo, la ley de alquileres, el marco no es el más propicio para entusiasmarse. Dicho esto, los proyectos inmobiliarios son por naturaleza de largo plazo y su planificación no puede limitarse solo a las condiciones actuales”.