Es director de la firma Pereyra Iraola y acumula experiencia en varios segmentos. Francisco Alvarez Amuchástegui define qué está pasando en estos días con la demanda y la oferta, variables que están siempre atentas a la coyuntura. Noticias positivas para el mercado inmobiliario motorizado en gran parte por los créditos. Un cambio sustancial para potenciales nuevos propietarios.
¿Cuál es el comportamiento del mercado actual?
Está activo, aunque desde luego está despertando. Por otra parte, apalancarse con el crédito implica una inyección de plata, de fuerza, de movimiento. Es como si se sumara un 70% más de jugadores que quieren comprar, suponiendo que cuentan con un 70% más de plata que le están prestando. Se ve en el mercado donde está más fuerte el crédito hasta los 300.000/350.000 dólares. Hay gente que está dispuesta a invertir el dinero y hasta convalida valores altos con el afán de colocar o tomar su crédito ahora. Para los que compran, que el dólar se mantenga en un valor estable es necesario, porque no es lo mismo que esa moneda cotice a 17 o 18 pesos a la hora de tomar el crédito, lo que implica una diferencia. El que está decidido a comprar un departamento lo elige. Incluso si tiene que agregar algo más de dinero porque le gustó y lo paga. En otro sentido se observa un cambio de paradigma. Antes se buscaba mucho, hoy la gente trata de buscar más puntualmente. Hay más demanda que oferta.
Por lo tanto, si se absorbe la oferta hay menos para elegir…
Es cierto que se empieza a agotar la oferta y lo nuevo se está construyendo. Por esa razón, en el corto plazo puede aparecer un cuello de botella. Quienes son propietarios se muestran más firmes a la hora de comprar o vender, son más exigentes. Defienden bien la propiedad y eso produce a veces que se aleje de la demanda. Se puede perder una oportunidad de comprar y si eso sucede se retrasa un poco la posibilidad de concretar el proyecto esperado. Si la cotización no es acorde con lo que corresponde a ese inmueble, no se vende. Pero por otra parte, lo que sucede además es que el mercado tiene que acomodarse. Hay que recordar que con el cepo se achicó mucho y esta nueva etapa exige adaptarse y conocer el comportamiento de las variables para alcanzar ese punto de encuentro. Se espera volver una importante cantidad de operaciones con un mercado activo, lo más transparente posible. Entonces oferta y demanda se sostienen, mientras los créditos fluyen. También los bancos tienen que agilizar los trámites. Y aunque hay tasadores con buena voluntad, necesitan más experiencia para aplicar. Incluso los tasadores profesionales están aprendiendo. Es necesario comprender que hace más de 15 años que no hay crédito. Es una nueva etapa, con otra gente y en otro contexto, hay que volver a aceitar esa tarea.
En la calle se observan muchos carteles, no hay terrenos. ¿El usado vuelve a ser protagonista?
El usado nunca dejó de ser protagonista y no puede dejar de serlo. El verdadero mercado es el del usado, el que le aporta valor a las cosas. Esto sin desmerecer a lo nuevo. Es cierto que las obras que llegan tienden a ser más actuales y suman otra variedad de alternativas en la vivienda que atrapa al comprador. De todos modos, hay un tema que preocupa en estos días en el mercado y es el valor de las expensas. En el caso del usado es más complicado. Los edificios nuevos en ese aspecto tienen más ventajas porque los desarrolladores buscan optimizar todos los recursos a la hora de construir.
¿Qué está pasando con el campo?
Invertir en un campo no es fácil. Puede gustar la idea de ser dueño de un campo. Pero hay que entender que la renta es muy finita. Las inversiones son a cielo abierto. Si se trabaja bien, se puede mantener, pero el riesgo es alto. De hecho sucedió este año y aun hoy se está sufriendo el impacto de las fuertes lluvias y de las inundaciones. El hecho concreto es que la productividad se destruye. El hombre de campo trabaja para y por el campo. E invierte en el campo. Si vendió bien su ganado, ese dinero vuelve al campo.
Hay mucha gente que quiere invertir…
Así es y busca estabilidad. El tema es que siempre en la Argentina sucede algo imprevisto y todo parece riesgoso y caro. Pero hay mucho dinero que quiere llegar al país y en algún momento sucederá. Con respecto a los precios de las propiedades seguramente subirán, porque cuando llegue ese dinero habrá más demanda, pero la misma oferta. Es cierto que los valores de las propiedades son altos para los argentinos; por ahora están un piso, pero creo que van a valer más. Y si el dólar vale un poco más, puede caer un poco el costo de la construcción. Y eso será más competitivo con la obra nueva. Las perspectivas son muy buenas. Es muy positivo lo que se espera para adelante y ya se ven algunos resultados.