En Buenos Aires se suman importantes proyectos imponentes de gran escala de parte de la firma GCDI, del que Alejandro Belio es CEO y ese camino muestra la capacidad enorme que tiene la construcción para armar infinidad de obras de diferente porte. Aun así, hace falta más allá de estos logros sumar como sucede en el mundo, la posibilidad de facilitar desarrollos con toda la técnica que acelere los tiempos y a su vez aporte mayor excelencia en sus resultados de alta calidad.
¿Cuántos proyectos están en marcha con la empresa?
Una buena noticia es que hay mucha gente por suerte en la Expo Real Estate, después de tres años y es un gusto estar en este ámbito y que eso suceda.
En relación con mi tarea, desde hace cuatro años, TGLT y Caputo, armaron una fusión con una desarrolladora inmobiliaria y una constructora. La empresa cuenta con ochenta años de historia y lo que hemos hecho en los últimos dos meses fue un re-branding. Así nos presentamos al mercado en sociedad como GCDI, que es una sigla que se refiere al grupo de construcción, diseño e ingeniería. Y lo que estamos tratando buscar es un fuerte foco coyuntural, lo que implica la construcción de gran escala en proyectos importantes. Estamos con una gran cantidad de obras para desarrolladores inmobiliarios y de hecho ya entregamos Oceana para Consultatio. A la vez, estamos terminando en un par de meses el reactor nuclear, el RA10, en Ezeiza, una obra muy compleja. También, estamos en pleno proceso de construcción y ampliación del estadio de River, con proyecto desafiante por su logística. Se trata de un trabajo importante, ya que será el estadio más grande de América latina y estamos muy contentos de ser parte de esta propuesta. También hemos encarado otro proyecto, con el diseño de Zaha Hadid, en Avenida del Libertador como también otra obra, Concepción, donde se está terminando la manzana que será probablemente una de las obras residenciales más grande de la ciudad de Buenos Aires.
¿Cómo se hace para generar tantas obras en un momento tan difícil?
La compañía tiene 83 años de historia y más de 500 obras y la realidad es que en la Argentina estamos acostumbrados a la volatilidad y los ciclos cortos. Por suerte estamos diversificados en la empresa con diferentes tipos de construcción, como es el caso de las dos plantas industriales, la de Toyota y otra para Mirgor, además de los desarrollos residenciales, de retail o de oficinas que se crean y apuestan al país. Tenemos que ser muy flexibles y saber buscar con la mirada muy abierta y predispuesta nuevos negocios.
Estamos trabajando ahora también con Venice, un proyecto muy grande que tiene muchos años y ahora lo estamos adaptando a esta post modernidad y post pandemia, en la cual aparece una demanda de lotes unifamiliares. Hay un sector de ese emprendimiento que es muy grande y se lo transforma en lotes. Lo cierto es que es necesario todo el tiempo observar de qué manera se mueve el mercado y entender a la vez hacia dónde va la demanda, que es muy cambiante y acotada para tratar de mantener los niveles de actividad de la empresa.
¿Qué sucede con la construcción?
La compañía es muy competitiva y nos estamos preparando para hacer obras grandes, eficientes y que generen valor. Y desde lo constructivo que se trabaje más rápido. Contamos con obras certificadas y sustentables. Cuando las obras pasan de cierta escala, por ejemplo, más de 20/30000 m2 como sucede con edificios de gran altura, como por ejemplo, en Catalinas con el BBVA, también con Vizora o Related, esa categoría de obras exige una lógica diferente y un tipo de construcción distinta. Somos pocas las empresas que encaramos esos proyectos y los que competimos en ese segmento.
Un tema que está en la mirada nuestra es hacer las obras más ágiles, con lo cual los procesos de prefabricación, sistematización modular, por ejemplo, puedan hacer obras más fáciles con elementos prefabricados que ayudan a mirar en el futuro. Esto se ve en otros mercados donde hay menos impacto de mano de obra in situ que obras en los talleres. La importancia de las grandes estructuras prefabricadas es interesante aplicarlas en el país. Hay que buscar la dirección correcta y aplicar sus elementos con más trabajo intenso en el taller. Son las novedades que se suceden afuera y que debemos hacer que se apliquen en la Argentina en el corto, mediano y largo plazo. Y en ese sentido nos queda por delante un largo camino por recorrer. Si voy a diseñar a diseñar un edificio y tengo 250 baños, lo ideal es que sean iguales. En ese caso lo lógico es contratar esa tarea y se los lleva ya construidos para colocarlos al pie de obra. De este modo se aceleran los tiempos de la construcción y se mantiene la calidad. Son maneras de acortar esos niveles de construcción con calidad de terminación y lograr mejores niveles. Hay que tratar de lograr acortar los plazos, sumar eficiencia en la producción y sobre todo el estándar de calidad. El taller ofrece calidad superior como innovar y mejorar la calidad del producto final.
¿Cuál es tu mirada hacia el futuro?
Hoy no es el mejor momento del mercado, pero aun no siendo así en cuanto a la cantidad del desarrollo hoy hay muchos grupos que están pensando en cambios de paradigma con la mirada puesta en lo que viene. Creo que se está trabajando mucho en posicionamiento de tierra, en avanzar con diseños, proyectos y permisos para apenas surja un cambio de ciclo estar rápido en el lugar. Soy optimista y la Argentina tiene ciclos cortos, pero esperamos dar vuelta la actual y estar mejor parados para el futuro.