Jorge Moscatelli, director de Situar, es arquitecto y desarrollador. A través de su experiencia en el sector y con diferentes perspectivas analiza la evolución del mercado, la situación de las variables y plantea la necesidad de seguir con las obras en marcha a pesar de las complicaciones económicas. Apuesta a que el momento crítico pasará y mientras tanto continúa con sus propuestas, pensando en esa demanda que quiere tomar decisiones, pero que duda mucho antes de decidirse.
¿Cuál es tu mirada del sector?
Tenemos que evaluar este momento y observar cómo impacta la suba del dólar y su efecto en el mercado. Siempre que se incrementa la moneda norteamericana, se frena un poco. De todos modos tenemos operaciones en Puerto Madero y también en el resto de la Capital. Aún así, la gente duda y piensa varias veces antes de soltar sus ahorros en un proyecto.
¿Es un buen momento para comprar?
Diría que sí. Como desarrollador, arquitecto y director de la inmobiliaria, estoy un poco en cada sector. Eso me permite compartir opiniones con otros developers o grupos de inversores. Lo que transmito es que nos tenemos que acomodar porque el valor traducido en pesos para invertir en un pozo es muy diferente de lo que se ajusta el salario. Es más difícil ahorrar para pagar las cuotas. Estamos tratando de que todos reveamos la situación actual.
¿Cuando sube el dólar, la cotización debería bajar?
Es una cuestión de oferta y demanda y por lo tanto los precios deberían acomodarse. Pero nuestro público es clase media y trabajamos en el orden de 2.200 dólares de venta, no superamos los 3.500 dólares y el desarrollador en esa franja no tiene tanto margen. En cambio, aquellos que manejan el target ABC1, donde la tierra es más cara, están habituados a cotizar otros valores. Los materiales subieron mucho, mientras que por ahora la mano de obra se mantiene, pero llegan las paritarias y se van acomodar con el dólar.
Los precios deberían ajustarse…
Nosotros tenemos proyectos de entre 2.000 y 10.000 m2 en Flores, Caballito, Parque Patricios, Barracas. Mucha gente compra con una oferta en concreto y con una reserva. Los desarrolladores son conscientes de lo que pasa y entonces buscan acercan soluciones porque quieren seguir y evitar que se frenen las obras. Se ajustan un poco a valores razonables; hubo casos que se vendieron con rebajas de entre un 10/15% menos en dólares que antes. En Puerto Madero no sucede lo mismo porque son otros precios. En nuestra empresa vendemos mucho usado. El que se anima y adquiere en un emprendimiento puede pagar alrededor de 8.000 dólares el m2 y para eso a su vez vende su departamento ubicado en alguna zona cotizada de la ciudad y no duda en pagar esa cifra. Pero es otro target.
¿Qué se construye hoy?
Hay que conciliar lo que la gente busca con la calidad. Desde el estudio de arquitectura, que también dirijo, ofrecemos propuestas muy clásicas: trabajamos tal vez como en los chalets de los 80. Nos gusta, nos sale bien y tenemos poco problemas con las post venta. Somos tradicionales y apostamos a la calidad. Por ejemplo, trabajamos mucho en el eje de avenida Pedro Goyena, en Caballito, con la marca Pavillon. Por otra parte, estamos en Parque Patricios y allí construimos el primer edificio residencial en 2008, siempre pensando en la calidad, que nos ha mantenido en el tiempo. Con respecto a los espacios, abrimos el abanico y construimos unidades de uno y dos ambientes, de tres y cuatro ambientes, con dos dormitorios en suite y pileta grande, con propuestas que no se hacían. Creo que esto es un diferencial para la oferta.
Parque Patricios, ¿está despegando?
Sí, tiene una concentración gigante de empresas muy grandes y se observa que cada vez más gente la elige para ir a trabajar; hoy reconsidera en gran medida vivir más cerca del lugar donde está el área laboral y la propuesta residencial con la marca South Point que ofrece amenities de muy buen nivel en esa zona tuvo muy buena aceptación. Por otra parte, la llegada del subte ha sido muy importante para esta área porteña.
¿Qué opinan los desarrolladores?
La mayoría observa qué está pasando. Nosotros también, pero a la vez no podemos parar. La demanda sigue más lenta, de modo que nos planteamos cómo seguir, si es momento para lanzar, qué hacemos, cómo reacciona este grupo a la nueva oferta. Se sabe que el ladrillo no traiciona, pero el esfuerzo que hay que hacer en el medio desgasta. Muchos desarrolladores con dólares los vuelcan a las obras, que se ven en marcha, pero la demanda se detuvo. Esperemos repuntar y seguir adelante.