El arquitecto y empresario observa el momento que atraviesa el sector y pone el acento en la importancia que tiene el servicio que su empresa ofrece al usuario. Enfatiza la necesidad de asesorar y de ayudar a los clientes, no solamente en esta instancia, sino producir un cambio más profundo que permita en forma permanente estar cerca de la gente, aportando ideas y marcando una diferencia.
¿Cómo ves el mercado?
Está raro, dubitativo, expectante. Es una gran oportunidad para los que nos dedicamos hace tiempo en este rubro y sabemos hacer las cosas, tratar de diferenciarnos en mercados turbulentos. Porque cuando todo crece, todas las empresas inmobiliarias venden. Ahora no es lo mismo que hace unos meses.
¿Cómo actúa la demanda? ¿Qué opina?
Yo distinguiría el usuario del inversor; el target ABC1, de la clase media. Este último target muestra preocupación porque no le alcanza con sus ingresos y no puede ahorrar. De modo que por ahora no realizará ninguna inversión inmobiliaria ni mudanzas porque no advierte un escenario claro. En cambio, los inversores sofisticados están evaluando que sucederá con el gobierno y se adelantan a las elecciones pensando si el presidente Macri sigue o no, y quien lo podría suceder. Están evaluando la macroeconomía y las posibilidades de negocios reales para saber si la Argentina arranca definitivamente después de las elecciones. Por su parte está el consumidor final que tiene dólares ahorrados y se muda. También están los que como siempre lamentablemente especulan con la suba del dólar. Hay mucha gente que aparece y que ayuda a que el mercado tenga liquidez; es un mercado poco líquido y hoy hay mucha gente que tiene problemas de mantenimiento de propiedades, que antes no pasaba.
El tema de las expensas también preocupa…
De acuerdo con nuestro criterio, en el caso de los emprendimientos que nos toca asesorar, si los amenities incrementan mucho el monto de las expensas no sirven, aunque sean muy sofisticados o de innovación. La gente requiere amenities que usan y que sean de valor agregado para su vida. También preocupa el tema de la seguridad.
¿Qué sucede con las oficinas?
Este segmento está tranquilo, es un mercado chico, que tiene mucha construcción. Y una buena parte se ha trasladado del centro de la ciudad hacia el norte. Hay muchos proyectos bien ubicados, en lugares de gran accesibilidad. Creo que uno de los grandes motores que tiene la ciudad hoy es el referido al trabajo que realiza la Secretaría de Transporte, que aporta gran dinamismo a la ciudad.
Es importante todo este cambio…
Nos cuesta mucho a los que trabajamos en Buenos Aires mirar hacia el futuro, calmar la ansiedad. Todos se enojan porque Puerto Madero está imposible, se alquila poco, es poco el movimiento que se genera ahora. Pero hay que pensar lo que será esta zona cuando se haya terminado esta megaobra, totalmente revitalizado. Será un antes y un después. Es un gran cambio que está transformando la ciudad. Es la primera vez que está pasando. En otras zonas también como ocurre en Parque Patricios para dar un ejemplo. Igual queda mucho por hacer. Se venden muchos inmuebles que estaban ociosos y con ese dinero es posible financiar las obras. Es muy loable lo que está haciendo el gobierno porteño. No pensaba ver todo esto en tan poco tiempo.
¿Habrá que esperar un poco más para el despegue del sector?
Nosotros que vivimos de las ventas estamos obligados a decir esto será mejor. Pero considerando estos indicadores hacia la baja, que hay menos llamadas y que en algunos lugares la gente está preocupada, es cierto. Esperemos que esa mirada creativa hacia el final de año tal vez ayude a tomar decisiones. La gente vive, tiene necesidades y nosotros que ofrecemos servicio a la gente tenemos que estar acorde con lo que nos piden. Estamos evaluando en este tiempo, estar más del lado de la persona y no del consumidor. Agregar valor no es fácil, la gente cambia, los argentinos son quejosos, nada les viene bien. Pero es un enorme desafío estar a la altura de las circunstancias.
¿Es un cambio cultural?
La gente le pide a los políticos que sean transparentes. Los que ofrecemos servicios tenemos también que transparentar el precio, el servicio. Y si viene alguien y se queja hay que atenderlo. Es necesario estar más cerca de la gente. Creo que vamos en ese sentido con un objetivo claro de poder tener más herramientas para exigir, más para aportar y tenemos que jugarnos a la transformación. Es un momento de enorme diferenciación; un camino nuevo.